La ansiedad y el deporte siempre van de la mano. Por una parte, el deporte y la actividad física ayuda a reducir los niveles de ansiedad. Pero, por otra parte, el deporte de competición puede hacer que los jugadores sientan mucha presión y salir al campo sea un reto para ellos y se convierta en ansiedad.
Esa ansiedad que sienten los participantes es una respuesta natural del cuerpo ante una situación de peligro. Esta activación produce ciertos cambios físicos que nos empujan a dos posibles situaciones, atacar o huir, porque el cuerpo segrega adrenalina para ser capaz de enfrentar a la situación de estrés. Cuando sentimos ansiedad, el cuerpo se prepara tensando nuestros músculos, las palpitaciones y la respiración van más rápido para reaccionar hábilmente ante la situación, las pupilas se dilatan para tener un mayor campo de visión y percibir los estímulos peligrosos y también disminuye la capacidad de concentración para gastar todas las energías en el peligro.
Hay que tener en cuenta de que la ansiedad en sí no es peligrosa, esta es útil en situaciones que las personas perciben como una amenaza. El problema llega cuando los niveles de ansiedad son superiores al peligro al que nos estamos enfrentando, en este caso sería incapacitante. En ocasiones la ansiedad aparece en situaciones que no suponen un peligro real para nosotros, aunque nuestro cerebro ha aprendido que debe ponerse alerta. Este estrés puede impedir que desarrollemos la actividad correctamente, ya que el cuerpo no está preparado para concentrarse en ese momento sino para protegerse.
En el deporte de competición lo ideal sería tener suficiente activación para ser capaz de jugar y no salir dormido al partido, pero no tanta como para que los nervios nos impidan jugar. Ante una situación percibida como una amenaza de fracaso, el deportista empieza a tener miedo, comienza a sentir sudoración excesiva, tensión muscular, respiración agitada y esto hace que la ansiedad aumente.
Las competiciones deportivas pueden resultar estresantes para muchas personas, incluso para profesionales bien entrenados. Los deportistas son conscientes del aumento de ansiedad que supone la competición, pero aprenden a regular sus emociones para que la ansiedad no afecte a su rendimiento.
El deporte tiene características que aumentan la ansiedad y que debemos controlar para que esta no influya en el rendimiento de los jugadores. Para bajar la activación que supone una competición debemos entrenar:
La aceptación de los cambios: En el deporte hay cambios en los planes, en las jugadas y en los lugares de competición. Por tanto, debemos aceptar que puede haber cambios y saber adaptarnos a ellos.
Comunicación adecuada: En ocasiones se producen errores en la comunicación, no entendemos las jugadas, posiciones o los horarios. Debemos entrenar la comunicación entre jugadores, jugador- entrenador y entre los entrenadores.
Evaluar la importancia del evento: Nuestro entorno puede presionarnos en los partidos para ganar o darles mucha importancia a determinadas competiciones. Debemos tener criterio propio y pensar en la importancia que tienen los partidos para nosotros.
La incertidumbre: En el deporte hay muchas situaciones que no podemos controlar, cómo actuará el rival, las decisiones del árbitro, el clima o nuestro estado de ánimo. Si nos centramos en estos aspectos puede que nuestra ansiedad aumente, así que para evitarlo nos centraremos en lo que sí podemos controlar como dar todo nuestro potencial, entrenar y prepararnos para los partidos y seguir las directrices de los entrenadores.
Las sensaciones físicas: Las sensaciones que acompañan a la ansiedad pueden controlarse practicando técnicas de relajación y respiración, esto bajará la frecuencia cardíaca y la respiración agitada y volveremos a sentir tener el control sobre la situación.
Controlar la ansiedad cuando la situación no supone un peligro real puede ayudarnos para tener el mejor rendimiento en nuestra práctica deportiva. Si tienes dificultad para controlar la ansiedad excesiva durante la competición puedes buscar ayuda profesional para poder seguir disfrutando del deporte.
Por Paula Ortega Pérez
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